Ya embarazada recibí un mensaje de ella
felicitándome por mi embarazo. Me emocioné, no hablábamos nunca, no éramos
cercanas, no lo esperaba. Desde ahí estuvo presente, pendiente, compartiendo
hermosa información conmigo que acompañaba mi gestación. En especial, recuerdo un texto que ahora yo lo comparto con
mis amigas sobre el tiempo extraño que significa los últimos días del embarazo,
ese tiempo intermedio, ni de que ni
de allá, con un pie en tu vieja vida y otro en la nueva. La visita de la Ale en
mi posparto fue muy especial. Me acompañó en mi cuarto, me dijo que me veía muy
bien, almorzamos sopa de verduras y ensalada y me dio una bolsita amarilla de regalos. Tan simbólica,
tan sensible, tan necesaria.
Nibs de chocolate para el hierro.
Gotitas “Consuélame" de extracto de San Juan para la tristeza.
Maní para la energía.
Calendario Lunar para recordarme la luna que hay en mí.
La Ale aborda la maternidad como un mundo lleno de posibilidades. Una ventana para cambiar el mundo. Una revolución. Ella es una mamá que enseña, que acompaña, que aprende, que reúne,
que comparte, que reflexiona y creo que Marea, una jornada para mamás es justamente esto. Un
proyecto que también es ella misma. Un espacio que condensa las posibilidades
de la maternidad, que honra las diversas maternidades, que apuesta por la
increíble oportunidad de conocimiento, de creatividad y crecimiento interior que atraviesa esta experiencia. Todo esto juntas, con el
calor y la fuerza de la tribu, de la carpa roja, del gran coro.
Yo fui a la primera versión de Marea cuando Antón tenía tres meses, estaba en el boom de mi recién inaugurada maternidad. Ese día me sentía vigorosa, energizada. Había superado gran parte del posparto, era de mis primeras salidas fuera de mi casa-nido desde el nacimiento de Antón, estaba ilusionada Mi nueva piel estaba ya dispuesta. Marea fue para mi la punta de un hermoso ovillo que he ido hilvanando en este camino de la maternidad. El ovillo que teje el gran círculo de mujeres que es la maternidad y que me acompañan. Mis amigas mamás, mis grandes compañeras de crianza. Mis amigas que no son mamás y mis hermanas que acompañan mi maternidad, que nos visitan al Antón y a mi sin aburrirse y que tal vez no saben lo importante que es eso para mi. Mi mamá, mi apoyo, mi eje, mi referencia. Mis grupos de mamás, la generosidad de sus consejos, de sus experiencias, las receptoras amorosas de mis quejas en los días de desborde. Las mamás virtuales que comparten información, sus historias y las hermosas fotos de sus hijos lactando. En Marea me di cuenta que a mis preguntas y a mis miedos las acompaña un ejército de mujeres que han transitado por lo mismo, que me entienden, y me reconocen como una más de ellas. Me di cuenta de que la maternidad exige pero también da y que al recibir transformamos esa fertilidad en emprendimientos, libros, ideas, historias, experiencias. Que la maternidad, afortunadamente, se aleja de la perfección, de la verdad absoluta, que puede ser la oportunidad de vernos, de profundizar en los contextos en los que ejercemos nuestra maternidad, de sincerarnos, de encontrarnos.
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