viernes, 14 de junio de 2013

Notas de una ajedrecista loca


Un vestido largo azul y rosa, el pelo sobre el escote, cuatro vueltas de un collar amordazando mi muñeca. 

Cuatro copas de vino, cigarrillos, una pequeña mesa en un bar perdido en las desembocaduras de la Gran Vía en Madrid.

4 am.

Una conversación bellísima, circular, yuxtapuesta. Expiatoria, eso, expiatoria: 'porque esta vez no sólo te lastimaste también te dio miedo' Y sí, muchísimo, parecido a las aves negras que están tocando ahora tus ventanas pero en las mías terminaron por estrellarse. Los órganos aplastados contra el cristal y cientos de plumas esparcidas navegando en el viento. Yo miraba desde adentro, desde los 20 metros cuadrados, desde la prisión del invierno que terminó achicándome el espíritu y encerrándome en las barreras de mi cuerpo. 

Una conversación que con la misma fugacidad del chasqueo pasa de la gloria a la tragedia, de la sabiduría a la ignorancia, del reposo a la desesperación en lágrimas. Obvio! La maldición de la abundancia emocional, la no-estratégica por excelencia. La de papeles con poesía urbana o de una noche en la costa peruana. La que produce frases insólitas del tipo 'es imposible tener una rutina'. No es que casi siempre pasa lo contrario? Afortunados ustedes.... Para los dos duró lo que dura el otoño, el bellísimo otoño en un pueblo de Baja Sajonia o de una ciudad en el centro de España.   

Dosifiquemos, pero no te olvides D-O-S-I-F-I-Q-U-E-M-O-S. Así en letras grandes, escondiéndonos en cada sílaba. 

Una conversación que trastoca las lógicas de los tiempos porque en esta noche da igual sí será pasado, porque fue presente o es futuro. Y cuánto te entiendo! Es que casi puedo ponerme en tus zapatos, porque las ausencias son las mismas, las carencias tan parecidas y el corazón de igual tamaño. Cuántas veces como tú he jugado sola: yo maté al caballo, luego adelanté al peón y le dí jaque-mate a la reina y para colmo luego quité las fichas, recogí el tablero y limpié la mesa. Una batalla de optimismo, tenacidad y estupidez versus cautela, silencio y ostracismo. Terminé exhausta. 

Laissez faire, otra vez, otra vez, pero esta vez sólo con letras grandes separadas por un guión. LAISSEZ-FAIRE simbolizando la equidad de llevar a cuestas lo que separa el guión a su derecha y a su izquierda. 

Una conversación vigente pero afortunadamente anacrónica en sus efectos porque hoy la casa se volvió a llenar de canciones y yo las escucho desde los confines de mi propia tierra ecuatorial. Luego de todo, parece que una parte mía mató al funambulista y está muy bien así, está bien. 

Madrid, verano. 
(para JFG)