miércoles, 18 de diciembre de 2013

Muhjah y Fadi

Su voz es el primer recuerdo que tengo de Muhjah en esa cafetería al aire libre de muebles destartalados en donde las jóvenes sudanesas se agolpaban tras los mesones para aprovisionarse de un pedazo de pizza o de un sandwich seco de falafel y queso. Su pelo corto, la firmeza de su voz y su ropa de colores brillantes delataban de inmediato un carácter fuerte y un espíritu poco convencional en esa tierra de interminables desiertos. Meses más tarde con el pretexto de entrevistarla para mi investigación sobre madres solteras tuve la suerte de ser invitada a su casa. Lo que al comienzo esperaba ser una visita de un par de horas terminó siendo una noche inolvidable, en la cual escuché la historia de amor más bonita que había escuchado jamás en la compañía de sus propios personajes. 

Muhjah regresó a Jartúm con el dolor de la injusticia hirviéndola por dentro. Sus tres meses en Juba como doctora recién graduada habían sido un auténtico desastre. Había sido maltratada por su jefe quien creía que una mujer sola y a esa edad, no debería estar pretendiendo de doctora, si no que más bien debería regresar a su casa familiar, a ocupar el papel discreto que les correspondía a las mujeres en su sociedad. Le negaba comida, le encerraba en un cuarto inmundo, le despreciaba profesionalmente. Esta parte no se lo había dicho su mamá, al contrario, su madre insistió tantas veces para que ella acabase la carrera, hasta la amenazó con envenenar su café sino lo haría. Ella tenía que hacerlo, ser doctora le iba a merecer el reconocimiento y el respeto que su madre no había logrado ganarse en la familia de su esposo y en esa sociedad de clase alta a la cual ella no pertenecía por nacimiento. Sí ella era doctora ya no había que esconder las diferencias de clase tras pomposos vestidos y sí la casa no ofrecía los manjares exquisitos y las decoraciones más sofisticadas ya tampoco importaría tanto. No era su vida profesional la que estaba en juego era la oportunidad de callarles la boca a todos esos familiares que vieron con malos ojos el matrimonio de sus padres, y así lo hizo, o al menos así lo creyó su madre. 

Fue justo después de regresar de Juba que Muhjah con sus ánimos golpeados comenzó a trabajar en un hospital en Jartúm y un día llegó Fadi, enfermo, casi muerto como ella diría. Fadi había sido abandonado en la calle, envuelto en una sábana una noche del 24 de diciembre. Fadi, abandonado, al igual que los 1.500 niños que son encontrados cada año en las calles de Jartúm por haber nacido fuera de matrimonio, por ser 'ilegales'. Son estos niños y sus madres los que sufren con dureza la mano cruel e insensata del fundamentalismo religioso entrometiéndose y controlando hasta sus entrañas. Fadi fue llevado primero al orfanato de la ciudad y al ver que su situación se tornaba crítica y que no ganaba peso fue trasladado al hospital. Un día, Muhjah al fijarse la falta de meticulosidad de las enfermeras al bañar al niño, lo tomó en  brazos y comenzó a limpiarlo ella misma. Al darlo la vuelta se dio cuenta que Fadi tenía una seria infección genital y que seguramente ahí estaba la causa de su estado. Así fue, y durante dos meses Mujhaj cuidó de Fadi por encima de su comprometimiento profesional. Por dos meses, lo visitaba todos los días, lo bañaba, lo daba de comer, lo mimaba, le contaba historias. El día que Fadi fue dado de alta para ser trasladado nuevamente al orfanato, Muhjah compró juguetes y ropa nueva y fue ella misma la que lo entregó de vuelta. Al salir del orfanato, Muhjah empezó a caminar por las polvorientas calles de Jartúm, y al poco tiempo cuando las lágrimas resbalaban incontrolables por su rostro de definidos rasgos tuvo que hacer un pare, respirar profundo y con la dureza de su carácter se dijo a sí misma: Basta ya! Qué diría mi mamá si me viera caminando así, él está bien, y esta historia se acabó, halaz!

Sin embargo, algo de la soledad de los corredores de ese orfanato, de los gestos mecánicos de las niñeras que cuidan a otros niños para alimentar a los suyos y de las malas condiciones sanitarias de un lugar que hace cuestionarse hasta al moralista más férreo la hicieron volver dos meses después a visitar a Fadi. Fadi había perdido esa mirada inquieta y viva que proporciona la salud y el cariño. Como el resto de los niños pasaba acostado en su camita sin ningún tipo de atención, ni mimo y su peso nuevamente estaba por debajo del promedio para su edad. Al ver esto, Mujhaj, furiosa, fue donde la directora del orfanato y amenazó con sacar a la luz los escándalos de corrupción que ya se oían del lugar sino le permitía llevar a Fadi a su casa para cuidarlo nuevamente. "En mi mente no había otra opción María, yo sabía que si Fadi se quedaba ahí moriría como morían en ese entonces todos los bebés agonizantes que llegaban al hospital desde ese orfanato. Fadi en el mes que llegó al hospital fue el único de veinte niños traídos del orfanato que sobrevivió. No, no sabía que estaba haciendo, ni las consecuencias que esto iba a tener, así que dejé mi carnet de identidad y a cambio la directora me dejó llevar a Fadi por un mes a mi casa."

La sorpresa no fue poca cuando Muhjah a sus 26 años en aquel entonces, llegó con un bebé en sus brazos a su casa, que en realidad era la casa de su abuela, en donde vivían algunas tías y sus hermanas. Y ahora, qué vamos a decir a los vecinos? Cómo vamos a explicar que de pronto tenemos un bebé en casa? Cuánto tiempo se va a quedar? La situación no era nada fácil, los códigos morales y religiosos en Sudán traspasan las fronteras individuales, son de escrutinio público y se convierten en verdaderas condenas cuando hay de por medio mujeres jóvenes, sexo y niños, sin el sagrado marco del matrimonio y toda su parafernalia. "Nada, les diremos a los vecinos y a los familiares lejanos que una mujer pobre que tiene a su esposo enfermo, me lo ha encargado hasta que las cosas mejoren, diremos que es un acto de caridad, eso diremos", inventó Muhjah. Y así fue, pasaron uno y dos y tres meses y Muhjah con la ayuda de sus tías y de sus hermanas, lograron organizarse para cuidar al niño y para mantener un perfil bajo. 

Para ese entonces de la noche, yo estaba sentada en un colchón en su minúsculo departamento mientras Fadi dormía apoyado en mis piernas. Se me cruzaban  preguntas, y pensamientos y sobre todo sentimientos que se quedaban ahí atorados, dando vueltas erráticas en mi cuerpo y en mi cabeza. Pero la curiosidad que me despertaba esta historia me obligaban a quedarme en silencio y a seguir escuchando el relato en cascadas de esta mujer que lo contaba todo con una narrativa particularmente inteligente, equilibrada pero profundamente intensa y sentida. No se le escapaban detalles, reproducía diálogos completos, y la vez me servía más café y golpeaba los pequeños pedazos de carbón en el piso para partirlos y ponerlos encima de la pipa árabe que llenaba al ambiente de una nubosidad y un aroma amaderado. Para esto, ya habrán sido las dos de la mañana.

A los tres meses, Muhjah se dio cuenta que ya era tarde, que los acontecimientos se habían dado de tal modo, que ellos, madre e hijo, ya se habían elegido para siempre, con la misma facilidad orgánica que un feto se acomoda en el vientre de su madre. Pero como pasa casi siempre, la organicidad de la cual son capaces nuestros cuerpos en las más variadas situaciones poco se refleja en la realidad cotidiana más bien atestada de incoherencias y de no causalidad. Muhjah decidió empezar los trámites de adopción y fue ahí en donde se le abrieron los ojos ante la vorágine de prejuicios y desconfianzas que esta situación provocaba y no sólo de parte de los conocidos, también en el seno mismo de su familia y en las estructuras caducadas de una dictadura islamista y militar.

Fue un año de luchas en los juzgados de Jartúm, aunque contaba con la autorización necesaria de su padre para que una mujer soltera pueda adoptar, y el requisito de ser musulmana, ella no cumplía con el límite de edad, 35 años. Algunos miembros de su familia estaban aterrados ante la posibilidad de que este niño 'ilegal' podría cargar sus apellidos, una vergüenza, él mismo era una maldición para la estirpe ya que esa es la creencia que pesa sobre los niños concebidos fuera del matrimonio. Su petición fue denegada en primera instancia pero ella  sabía que perder a Fadi simplemente ya no era una opción para ella. Fue entonces cuando acudió donde su abogada y con la firmeza de su voz y los movimientos alborotados de sus manos le exigió que presente una apelación. También llamó a su madre y sin que se le corte la voz ni por un instante le advirtió: "voy a apelar y necesito todo tu apoyo porque tú eres la persona más importante de mi vida y son también tus fuerzas las que necesito, juro que no volveré hablarte sino me apoyas frente a la familia y frente a los peritos que irán a investigarte". Tras la apelación, Muhjah consiguió finalmente la custodia de Fadi, convertiéndose a sus 27 años de edad en la madre soltera adoptiva más joven de la historia de Sudán.

Yo llevaba yendo algunas semanas como voluntaria al orfanato y era una experiencia que me estaba desordenando las certezas y obsesionaba mis sentimientos al punto que esperaba dormir para ir a visitar a los bebés al día siguiente. Hasta el día de hoy, cuando me siento sola en las diferentes posadas por las cuales he pasado estos meses, vuelvo a refugiarme en ese sentimiento cálido de tener a los bebitos en mis brazos y colmarlos de besos. Es un recuerdo tan poderoso que inmediatamente me siento acompañada y mis niveles de ansiedad empiezan a diluirse, ellos son mi amuleto. Es por eso que entendía el contexto de esta historia y sobre todo entendía lo que esta mujer había hecho por este niño. Ella había transformado el destino que esperaba a Fadi, le había regalado la vida, una digna de vivirse, alejada de la más cruel de las indiferencias.

La lucha recién ha empezado para Muhjah y Fadi, hace poco menos de un año decidió mudarse de la casa de su abuela para vivir sola. El rechazo cotidiano de su familia hacia su hijo de no aceptarlo como uno más de los suyos se ha vuelto una carga pesada para Muhjah, una sombra de dolor y de incomprensión. Ahora viven en un apartamento pequeño pero esto le proporciona la libertad de darle un hogar a Fadi sin remilgos afectivos. Muhjah ha dejado su profesión y es ahora maestra en una escuela privada para que así Fadi puede recibir una educación gratuita y de calidad, aunque su sueldo no llega a los 100 dólares. Su día a día es un torear necesidades, un malabarismo permanente.

Muhjah y cuáles son tu planes a futuro, qué es lo que esperas para ti y para Fadi? "Salir de acá María, el futuro no está en Sudán para nosotros. Fadi siempre será un niño ilegal, nadie querrá casar a su hija con él, no podrá ser político, ni ejercer ciertos profesiones, yo quiero un lugar en dónde mi hijo sea lo que él decida ser, donde podamos ser libres de vivir." Y creo que esa fue la frase que cerró nuestra charla de más de 5 horas. Muhjah me invitó a pasar la noche con ellos y mientras ella y Fadi dormían juntos en un colchón, a mi me acomodaron uno a su lado. Al siguiente día, Muhjaj nos preparó el desayuno: té negro con leche en polvo, tres cucharas de azúcar y pastas fritas de dulce, al mismo estilo de las señoras del té de las calles de Jartúm. Al salir de su casa, fuimos juntas a un mercadillo y después tomé el bus a mi casa, imagino que con la misma emoción que tendrá un niño luego de conocer a su superhéroe

Muhjah  no ha dejado de quejarse estos días, mi heroína se derrumba y reniega y hay momentos en los cuáles la grandeza de su corazón se cubre de un polvo espeso de necesidades y de frustración. Pero yo sé que es momentáneo y  que de un buen sacudón ese espíritu será capaz de sanarse y de re-inventarse, cómo ya lo hizo una vez, y más ahora que anda por la vida de la mano con Fadi. Porque ella la fuerza la tiene adentro, porque ella es fuerza y coraje, porque ella da una lección magistral a sociedades enteras en dónde el progreso económico produce seres humanos con miedo de compartir, de traer hijos al mundo, y ni se diga de adoptar, en dónde la crisis es de humanidad y de egoísmo, más que de otras cosas.

Invierno en Madrid.
Diciembre, 2013

martes, 26 de noviembre de 2013

Cuando mi abuela Norma toca la puerta....

Cuando mi abuela Norma toca la puerta me trae un buen shot de aguardiente y me lo planta en mi mesa, se sirve el suyo y brindamos por la vida. Qué bonita que es la vida! Verdad, abuela?

Cuando mi abuela Norma toca la puerta los vallenatos inundan mi casa y suena y resuena que a fin lo que cuenta es que sea buena persona, que a fin lo que vale es que sea buena gente;

Cuando mi abuela Norma toca la puerta me espabila de los remellos del pasado y me contagia de la fuerza, del pa' lante que ha sostenido a su tierra por tantas décadas y de tantas guerras;

Cuando mi abuela Norma toca la puerta el aire se llena del aroma de las guayabas y de los pétalos rosa del ocobo;

Cuando mi abuela Norma toca la puerta me invita a nadar y somos dos niñas en el Río Magdalena.

Ibagué, Colombia. 

sábado, 16 de noviembre de 2013

Qué propósito tiene contar una historia? Librarnos de ella.

El escenario debe prepararse, música con disonancias sentimentales, una voz femenina por supuesto, una cerveza, tal vez un vaso de vino después. Ella siempre tiene que escribir con la fiebre de sentir, a rojo vivo, cuando llega al punto que imagina escenas ridículas de felicidad futura o cuando se estanca en el aceite negro y espeso de sus desaciertos o en las profundas grietas del pasado.

Te dejaré de pensar algún día? Dejaré de juzgarme por qué no funcionó? Dejaré de pensar que eres lo más acabado que he conocido aún? Me libraré de ti?

Qué cruel puede ser la idea de tenerte encerrado cuando gritabas por libertad.

Andate, no te quiero más, he sido más feliz sin ti. Eso es verdad. Deja de hacerme llorar, he vivido esta etapa como la he querido vivir y lo volvería hacer. Volvería a tocar tu puerta a las dos de la mañana a decirte que no soy feliz contigo, que tu pesimismo destruye la belleza, y que esto afecta el modo en que veo la vida, el modo en que la vivo!

You are not as gentle as I thought you were.

En qué intersticio te escondes? Qué lugar en mí aún te abre las puertas?

Dime al menos cuándo te piensas ir.

Ceske Budejovice - República Checa
Aniversario de la Revolución de Terciopelo
Noviembre 17, 2013


viernes, 8 de noviembre de 2013

martes, 17 de septiembre de 2013

Kassala

 El templado clima de las seis y media de la mañana en Jartúm se parece poco al aire caliente y cargado de polvo con el cual usualmente empiezo mis días. Afuera de mi casa me espera el adorable chofer en su taxi destartalado, y como siempre no tarda en venir su saludo: Hello Mariamyfriend, good, good? Yes, good, good, and you?

La ciudad se está despertando, hace menos de 20 minutos el sol canicular que empapa la ciudad con 35 grados promedio todos los días, ha hecho su aparición. Las señoras del té ya están instalando sus estufas, y en las calles hombres deambulan con sus jilabias blancas. Disfruto de presenciar el desperezo urbano mientras otra vez me pregunto, será que algún día estas imágenes se vuelven familiares o a tal vez menos extrañas?

Japan o China? Esas fueron mis opciones para elegir el bus que me llevaría a Kassala. A los pocos minutos entendí que Japan era un bus marca Mitbushi y bueno “Japan” dije yo. Con mi dos acompañante que a la vez hacían de traductores, entramos a la estación de buses, mientras esquivábamos una marea de gente y maletas llegamos a una pequeña oficina, marcaron algo en mi ticket y luego Kamal se aseguró de dejarme sentada y segura en mi puesto del bus que me llevaría a Kassala.

Vivir en un país en donde no hablas el idioma,    donde los códigos culturales son otros, y ser mujer entraña una serie de cuidados y connotaciones que no conoces no es fácil. Pero si me preguntan qué hago? Cómo me muevo? Cómo decido tomar un bus y viajar 9 horas hacia al este?  Confío, confío en la gente, y eso es todo, no me queda otra. Pido ayuda, dejo que me ayuden, me abandono en la amabilidad de la gente, eso hago y puedo decir que son raras las veces que no funciona mi estrategia. A la gente hay que creerle y creo firmemente eso.

 
 
Rashid Diab
Sentada en la ventana, a mi lado, un hombre reza durante la mayoría del trayecto, con una delicada cadena de cuentas cafés entre sus manos, que de tanto en tanto lo sacude para arriba. La sequedad de sus manos y de sus pies delatan sus orígenes, la aridez del desierto. Varias veces me regresa a ver y me sonríe tímidamente, guarda mi comida y me la pasa cuando me levanto y esta silenciosa amabilidad  árabe me recuerda al viaje que hace cinco años hice desde Marrakech a Errachidia, mi primera gran aventura diría yo, o al menos la primera al mundo oriental.


El aire en Kassala tiene un aroma dulce y el ambiente está impregnado de calma y de silencio. La pequeña ciudad está rodeada por  las montanas de Taka, bultos de rocas, de irregulares formas y tamaños cercan los extensos arenales y sirven como marco perfecto a la mezquita de Khatmiyah, a los geométricos arcos y magníficos pilares. Nur, está con su tobe turquesa de filos dorados y mientras caminamos varias mujeres se acercan a saludarnos, besan sus manos y puedo descubrir un toque de incomodidad frente a este gesto o tal vez sólo timidez. Caminamos juntas por las columnas abandonadas, visitamos la tumba de su bisabuelo y al ver hacia arriba descubro la bóveda hueca que filtra los últimos rayos de sol del día.

Nur, luz. 

Nur y yo lavándonos las manos y los pies antes de los rezos. 

Nur y yo sentadas en la arena, una al lado de la otra, apoyando nuestras espaldas en una columna y hablando bajo con una mezcla de inglés y árabe. Nur se levanta y se une a tres mujeres más que empiezan a rezar de rodillas, inclinando su torso, descansando su cabeza en el piso y frente a ellas varias filas de hombres y de niños repitiendo los mismos gestos. El sol está escondiéndose y es como si una película de arena dorada envolviera todo el ambiente.

Yo permanezco en mi misma posición, y cierro los ojos para tratar de atrapar este misticismo y controlar esta emoción que está a punto de hacerme llorar por la energía que carga este lugar y la fortuna mía de conocerlo de esta manera. Regreso a ver a Nur, sus facciones son marcadas por un extraño equilibro de seriedad con infinita dulzura. Su cara está mojada y diminutos restos de arena iluminan su rostro. 

Shukran Nur, Gracias Luz.

Kassala, Septiembre 2013

viernes, 23 de agosto de 2013

Del Amazonas al Nilo

Si me preguntan hace cuánto fue, diría una vida, o al menos muchos años. Si me preguntan sí esperé tremenda aventura, diría nunca, o al menos no tan atribulada. Cuántos años tengo ahora?  Con cuántas nuevas miradas me he cruzado? En cuántas salas de embarque he estado? Cuántas veces he hecho y deshecho maletas?

Cuántas veces he empezado?

He sentido una bomba a contratiempo en mis entrañas y otras veces mi cuerpo es oxígeno y un torrente de sangre fresca circula en mis venas. He sentido que sólo mi espíritu me sostiene en el borde del puente y otras veces que la energía se multiplica como infinitos círculos en el agua.

He visto el Reino Animal, la arquitectura de la logística perfecta, la ruralidad como opción urbana. Mis ojos han guardado el sol cayendo en los fiordos solitarios y el Mar Indico me ha dejado brillante la piel. Mis manos siguen partidas por la arena hirviente del desierto y por 20 años de dictadura. Y me sigo preguntando el por qué de la dureza de sus rostros y la pesadez de sus pasos.

Extraño a mi casa, desde el desapego, y en el desapego me hago fuerte y soberana. Me acerco con pequeños pasos y repetidas caídas al centro tan lleno en su tiempo de presencias extrañas. Magnifico mi tiempo y vuelco mis ojos hacia lo único que me pertence, yo misma.

Sí,  el tiempo es efímero pero no sirve de nada la impaciencia de jugarse la vida en una partida.

Se acuerdan ese tiempo que atravesábamos el Nilo para ir a clases? Se acuerdan ese tiempo en el que vivíamos con 18 países y con 21 historias personales? Se acuerdan qué frágil era la emoción y qué flexibles éramos?

En pocas palabras, ayer llovió y en el ambiente se posa la calma después de la tormenta.

Segundo año.

Jartúm

By Lili Nagy

domingo, 11 de agosto de 2013

La circularidad de mis viajes


Es eso que has dejado lo que persigues.
Si quieres saber lo que eres,
tendrás que preguntárselo a las piedras y al agua.

Si quieres descifrar el idioma en que hablan los brujos de tus sueños, interroga a las fábulas que te contaron la primera noche ante el fuego. 

Porque no hay río que no sea tu sangre.
No hay selva que no esté en tus entrañas.
No hay viento que no sea secretamente tu voz y no hay estrellas que no sean misteriosamente tus ojos. 

Dondequiera que vayas llevarás esas viejas preguntas.
Nada encontrarás en tus viajes que no estuviera desde siempre contigo,
y cuando te enfrentes con las cosas más desconocidas, 
descubrirás que fueron ellas quienes arrullaron tu infancia

Teofrastus

Jartúm
Agosto, 2013

viernes, 14 de junio de 2013

Notas de una ajedrecista loca


Un vestido largo azul y rosa, el pelo sobre el escote, cuatro vueltas de un collar amordazando mi muñeca. 

Cuatro copas de vino, cigarrillos, una pequeña mesa en un bar perdido en las desembocaduras de la Gran Vía en Madrid.

4 am.

Una conversación bellísima, circular, yuxtapuesta. Expiatoria, eso, expiatoria: 'porque esta vez no sólo te lastimaste también te dio miedo' Y sí, muchísimo, parecido a las aves negras que están tocando ahora tus ventanas pero en las mías terminaron por estrellarse. Los órganos aplastados contra el cristal y cientos de plumas esparcidas navegando en el viento. Yo miraba desde adentro, desde los 20 metros cuadrados, desde la prisión del invierno que terminó achicándome el espíritu y encerrándome en las barreras de mi cuerpo. 

Una conversación que con la misma fugacidad del chasqueo pasa de la gloria a la tragedia, de la sabiduría a la ignorancia, del reposo a la desesperación en lágrimas. Obvio! La maldición de la abundancia emocional, la no-estratégica por excelencia. La de papeles con poesía urbana o de una noche en la costa peruana. La que produce frases insólitas del tipo 'es imposible tener una rutina'. No es que casi siempre pasa lo contrario? Afortunados ustedes.... Para los dos duró lo que dura el otoño, el bellísimo otoño en un pueblo de Baja Sajonia o de una ciudad en el centro de España.   

Dosifiquemos, pero no te olvides D-O-S-I-F-I-Q-U-E-M-O-S. Así en letras grandes, escondiéndonos en cada sílaba. 

Una conversación que trastoca las lógicas de los tiempos porque en esta noche da igual sí será pasado, porque fue presente o es futuro. Y cuánto te entiendo! Es que casi puedo ponerme en tus zapatos, porque las ausencias son las mismas, las carencias tan parecidas y el corazón de igual tamaño. Cuántas veces como tú he jugado sola: yo maté al caballo, luego adelanté al peón y le dí jaque-mate a la reina y para colmo luego quité las fichas, recogí el tablero y limpié la mesa. Una batalla de optimismo, tenacidad y estupidez versus cautela, silencio y ostracismo. Terminé exhausta. 

Laissez faire, otra vez, otra vez, pero esta vez sólo con letras grandes separadas por un guión. LAISSEZ-FAIRE simbolizando la equidad de llevar a cuestas lo que separa el guión a su derecha y a su izquierda. 

Una conversación vigente pero afortunadamente anacrónica en sus efectos porque hoy la casa se volvió a llenar de canciones y yo las escucho desde los confines de mi propia tierra ecuatorial. Luego de todo, parece que una parte mía mató al funambulista y está muy bien así, está bien. 

Madrid, verano. 
(para JFG) 

miércoles, 15 de mayo de 2013

María, María

María seguía nutriendo un resentimiento
tan tenaz, como el que solo las mujeres
son capaces de poner en sus antipatías de la
infancia, para guardarlo hasta que ya son abuelas.
Günter Grass.

lunes, 29 de abril de 2013

Rumiñahui: yo, el otro, y el vigilante.

A la mama, you gave, and gave and gave. 
Y a J.P. que sin saberlo, 
me enseñó a confiar en mis pies. 
Y con paciencia, 
y empatía,
y sobre todo cariño
me compartió lo que a él
la vida ya le había enseñado. 

El día anterior, un poco de lo mismo. Ese ambiente del que me despedí hace más de 6 años atrás en una especie de ceremonia privada.  Una silla frente a la laguna mirando al cerco sólido de árboles y atrás los escombros de una boda, sin final feliz. Escenario ideal para una despedida que abrió las aldabas de los placeres de mi ciudad,  aún desconocidos para tantos. 

Ese mismo patio, el que ya conocí años atrás en el sueño cálido. 

El inicio de la felicidad. 

La felicidad que es olor a café en la mañanas y notas de jazz subiendo los primeros 4 escalones, visitando de espaldas el primer piso de la torre para luego seguir y encontrarse con el ventanal premonitorio, mi ventanal. Una espiral, con la misma ligereza del vapor, que sigue calentado los corazones de estas cuatro mujeres. 

El día claro, clarísimo de celeste Pichincha y las vetas de nubes blancas danzando alrededor del Gran Cotopaxi. Cubriéndolo, descubriéndolo, adornándolo. Otro augurio de felicidad. El vigilante de esta tierra de cóndores entregados, de zampoñas acomplejadas, de tímidas chuquiraguas. Y de frente al grande está el valiente, el guerrero.  El rocoso Rumiñahui, con sus tres cumbres, él que ese día fue apaciguando poco a poco al visitante, al extranjero de mis más oscuros días. 

El visitante que una noche se me instaló, cuando lo vi caminar en cuclillas con los ojos mal puestos. El que habla sin parar, el que desafía. Al que desconoces y te solidifica el corazón, de susto y de dolor. 

La lección de vida en paralelismos, sincronismos, coincidencias o como otros quieran llamarlo. Eso fue. Fue empezar insegura para luego dejar a los pies anclarse en  chacra negra, indígena y mestiza. Soltar los brazos a los susurros del viento andino, y regresar a verte Cotapaxi, aliándome contigo vigilante. 

Libre, suelta, comtemplativa. 

El cansancio se va apoderando, el clima empieza a picar, la cabeza a galopar. Pero tú y yo, y ella, tenemos algo en común, y es que seguimos sin escuchar al cuerpo engarrotado. Trio de guerreros ingenuos o tercos, que ahora ya no sé la diferencia. Pero sin saberlo, aún nos espera lo más duro, el arenal. En el que das tres pasos y retrocedes dos, el control del descontrol. En el que piensas que ya perdiste todo. El que una mañana de 7 de marzo, te estampa contra la pared, y te recoge del piso, para volver a lanzarte con más fuerza y terminar siendo un amasijo hecho de cuerdas y tendones, sólo un revoltijo de carne con madera.

Pero el vigilante con sus brazos de pulpo va lentamente, cuerda por cuerda, tendón por tendón transformando el amasijo en algo que antes solías ver en el espejo. Ustedes, brazos de pulpo, que son el partido de fútbol, el wok con vegetales, los jabones de verbena, el muro de escalada, los sánduches del picnic, un mail a medianoche, un masaje en los pies y en la cabeza, un letrerito de madera, un cumpleaños atrasado en un restaurante griego, dos peticiones de cariño. Ustedes de la Latinoamérica de estar juntos - juntos, de no tener miedo a mirarnos, a tocarnos, a entrelazarnos. 

El deliberado irrespeto del espacio individual, y el atrevido inmiscuimiento en nuestras historias de vida como antidoto perfecto de la soledad. 

!Cuánto tienen qué aprender!

Y el arenal dura lo que dura el arenal y la cima está cerca, aunque más lejos de lo que se cree pero la emoción revitaliza esa entrega tan ingrata conmigo misma. El secreto está en concentrarse y en serenarse, y en confiar en los pies. En asegurarte roca firme y en los tres puntos de apoyo: yo, el otro y el vigilante.  En la cima estás tú, al que espero. El que empatiza conmigo porque sabe lo que es tener la piel desollada. El que te da ánimos para creer en tí, el que entiende que nadie puede pisar las rocas por tí pero que puede acompañarte en el viaje circular e infinito de los descensos y las coronaciones. 

Stavanger, 2.17 am. 

domingo, 3 de marzo de 2013

Italian Pizza, Pakistani Chicken Ecuadorian Brownies

Pizza
- 500 gr de harina
- 3 dl de agua
- 1 cucharadita de levadura seca
- un poquito de sal


Pollo

     - Cocinar el pollo sin agua, sin nada, en fuego lento
     - Cuando este casi cocinado pongo: tomates, cebollas, aji, ajo, gengibre, sal (15 a 20 minutos)
     -  Dejo que se cocine a fuego lento
     - Al final pongo un poco de mantequilla


Ensalada
- Yogurt Natural 
- Fréjoles pequeños 
- Tomates
- Cebollas 
- Pepinillos 

Brownies 
- 150 gr de chocolate para postres
- 200 gr de mantequilla
- 200 gr de azúcar
- 80 gr de harina 
- 4 huevos
- 10 nueces 


viernes, 1 de marzo de 2013

Primer día

De rodillas en la parte trasera del bus escolar, aún recuerdo su silueta y su mano ondeando en el aire. Deseándonos los buenos ideas, despidiéndonos. Y mientras se aleja el bus por la 12 de Octubre y Cordero la silueta bondadosa se va desdibujando, pero él sigue ahí, no se mueve hasta que nosotros dejemos de verle para que así lleguemos seguros al colegio en nuestros trajecitos azules con el bolsillo escondido a la altura de las caderas. Papá del Rafa, del Rafa que nos regalaba flores en San Valentín que tanto nos gustaba a las niñas de tercer grado. El escudo del Nacional en mi cumpleaños. Su hermana Alegría, la mía Victoria. Su mamá Sylvia, mi abuela Norma. El flaco Rafa, su cara femeninamente delicada, mi amigo de la infancia. El que estaba enamorado de mí, con el que no hizo falta ni un beso, ni una palabra.

Cuántas coincidencias Rafa, cuántas coincidencias y ahora recién entiendo.

Adriana, Ada, la competidora, la razón para levantarse todos los días. El ejemplo revistado de celos infantiles. Mi ejemplo de excelencia, de la perseverancia. La que como yo, cree que algo tiene que demostrar. Hija del migrante polaco y de la cuna más fina y estilizada de la Real Audiencia. María Pez y Ada, tan parecidas en sus luchas pero en caminos distintos. No hubo ganadora ni perdedora, empates y en la pared un tren con 64 carriles y en los libros marcas de parafinas. El mundo de la literatura. Y hoy quisiera sentarme contigo y que nos conozcamos otra vez. Qué nos pasó? Qué te pasó?  Y abrazarte y decirte cuánto te quiero, y cuanta falta me haces cuando estoy fuera de la casa, porque cuando regreso a los orígenes, vuelves a estar tú. Mi mejor amiga ada, mi orgullo.

 Aire libre Ada, aire libre!





jueves, 28 de febrero de 2013

Que la pereza no apague la claridad que el dolor proporciona

El viento golpea con fuerza, indomable. Las pantorillas a punto de separarse de mi cuerpo y el espacio que dejan las pequeñas medias me recuerdan una vez más que el invierno es un asunto de preparación más que de cualquier otra cosa. El pelo suelto, la cabeza escondida entre las solapas del abrigo negro emulando la timidez del cisne.

The beautiful one. Hamburg, autumn day.

Cuatro mujeres, de distinto color, de distinto origen, de distintas edades pero atravesadas por las mismas historias que al amalgamarse con el impoluto orden del caos nos convierten en seres de apariencia  distinta, pero al final la mismas sustancias estancadas: dolor, verguenza y miedo.

Exorcismos personales.

 Ella patojea, busca amor. El patojea, busca seguridad. O viceversa. Los dos entrando al taxi, el primero en la fila.  Las luces se cuelan por la espesa neblina que desde la mañana envuelve a Stavanger.  La reacción nace en el impulso y se libera el grito y como efecto dominó embriaga a la otra mujer que también se reconoce en el dolor y gritan juntas: Take care of her, take care!!!!!

Y ellos rien nerviosamente y  sigue alimentándose el juego. Ese, el jugado desde el primer día que el hombre fue hombre y la mujer fue mujer. Y aunque ellos  están ahí aún no los reconozco o mejor dicho el proceso requiere de más atención, tiempo y paciencia. La gran ausente.

Y por un momento el miedo a desconectarse desaparece y llega la revelación de la claridad, la que el dolor proporciona. La que de alguno modo comenzamos a amar y entendemos el ansiado camino del hombre al despeñadero. Entendemos que no es un absurdo, que no es sólo un tema de autoestima, que está en el centro mismo de la búsqueda. Hermosamente Paradójico y Peligroso.

"Decía que mi accidente fue como una cachetada, que te deja la piel roja y muy sensible después de un golpe. Así, si sales a la calle el viento es mucho más intenso"

Y las certezas aterrizan en la mente revestidas de la palabra aceptación y tiempo. Aceptación y tiempo, Aceptación y tiempo. La niña atravesada en el cuerpo de la mujer. La mujer atravesada en la inocencia de la niña.

Y la leona de pelo rojo duerme y me siento segura y acompañada porque en su sueño protege a sus cachorros desde el manantial infinito del instinto.

sábado, 23 de febrero de 2013

Si ella muere


"Pueden cerrar el show que es este mundo, 
pueden llevárselo, desatornillar las estrellas, 
enrollar el cielo y ponerlo en un camión, 
pueden apagar el sol que tanto amo, 
Sabe por qué lo amo tanto? 
Porque la amo cuando la ilumina el sol

Pueden llevar todo, 
estas columnas, estos palacios, 
la arena, el viento, las ranas, 
las sandías maduras, el granizo, 
las 7 de la mañana, mayo, junio, julio, 
la albahaca, las abejas, el mar, las calabazas"
 (R. Benigni) 

Hafrsfjord - Stavanger






martes, 19 de febrero de 2013

Yo, un 19 de febrero

Arrebatada, impulsiva, apasionada, llorona, malcriada, bondadosa, escuchadora, insegura, despistada, contradictoria, desamparada. activa, impaciente, vividora, inconstante, perceptiva, evidente, insatisfecha, víctima, curiosa.