lunes, 23 de junio de 2014

Vivir y elegir

Contando sólo las calles las habían millones. Cómo hacen para escoger una? Para escoger una mujer. Una casa. Una tierra que sea la suya. Un paisaje para mirar. Una forma para morir. 

Todo ese mundo. 

La tierra es un barco demasiado grande para mi. Un viaje demasiado largo. Es una mujer demasiado hermosa. Un perfuma demasiado intenso. Es una música que no se tocar. 

No estamos locos cuando hemos encontrado el sistema para salvarnos. Somos astutos como animales hambrientos. 

A todas las mujeres del mundo las conjuré tocando una noche entera para una mujer. 


Al padre que nunca voy a ser lo conjuré contemplando morir a un niño, durante días, sentado a su lado, sin perderme nada de aquel terrible espectáculo hermosísimo, quería ser la última cosa que viera en este mundo, cuando se marchó, mirándome a los ojos, no fue él quien se marchó, fueron todos los hijos que nunca tendré. 

La tierra que era mi tierra, en algún rincón del mundo, la conjuré escuchando cantar a un hombre que venía del norte, y cuando lo escuchabas veías, veías el valle, las montañas que lo rodeaban, el río que descendía lentamente, la nieve de invierno, los lobos por la noche, cuando aquel hombre acabó de cantar, acabó mi tierra, para siempre, dondequiera que se encuentre.

Los amigos que deseé los conjuré tocando contigo y para ti aquella noche, en la cara que ponías, en los ojos, los vi, a todos ellos, a mis queridos amigos, cuando te marchaste, se fueron contigo. 

He desmontado la infelicidad. 

He desenhebrado mi vida de mis deseos. 

A. Baricco - Novecento

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