María seguía nutriendo un resentimiento
tan tenaz, como el que solo las mujeres
son capaces de poner en sus antipatías de la
infancia, para guardarlo hasta que ya son abuelas.
Günter Grass.
miércoles, 15 de mayo de 2013
lunes, 29 de abril de 2013
Rumiñahui: yo, el otro, y el vigilante.
A la mama, you gave, and gave and gave.
Y a J.P. que sin saberlo,
me enseñó a confiar en mis pies.
Y con paciencia,
y empatía,
y sobre todo cariño
me compartió lo que a él
la vida ya le había enseñado.
El día anterior, un poco de lo mismo. Ese ambiente del que me despedí hace más de 6 años atrás en una especie de ceremonia privada. Una silla frente a la laguna mirando al cerco sólido de árboles y atrás los escombros de una boda, sin final feliz. Escenario ideal para una despedida que abrió las aldabas de los placeres de mi ciudad, aún desconocidos para tantos.
Ese mismo patio, el que ya conocí años atrás en el sueño cálido.
El inicio de la felicidad.
El día claro, clarísimo de celeste Pichincha y las vetas de nubes blancas danzando alrededor del Gran Cotopaxi. Cubriéndolo, descubriéndolo, adornándolo. Otro augurio de felicidad. El vigilante de esta tierra de cóndores entregados, de zampoñas acomplejadas, de tímidas chuquiraguas. Y de frente al grande está el valiente, el guerrero. El rocoso Rumiñahui, con sus tres cumbres, él que ese día fue apaciguando poco a poco al visitante, al extranjero de mis más oscuros días.
El visitante que una noche se me instaló, cuando lo vi caminar en cuclillas con los ojos mal puestos. El que habla sin parar, el que desafía. Al que desconoces y te solidifica el corazón, de susto y de dolor.
La lección de vida en paralelismos, sincronismos, coincidencias o como otros quieran llamarlo. Eso fue. Fue empezar insegura para luego dejar a los pies anclarse en chacra negra, indígena y mestiza. Soltar los brazos a los susurros del viento andino, y regresar a verte Cotapaxi, aliándome contigo vigilante.
Libre, suelta, comtemplativa.
El cansancio se va apoderando, el clima empieza a picar, la cabeza a galopar. Pero tú y yo, y ella, tenemos algo en común, y es que seguimos sin escuchar al cuerpo engarrotado. Trio de guerreros ingenuos o tercos, que ahora ya no sé la diferencia. Pero sin saberlo, aún nos espera lo más duro, el arenal. En el que das tres pasos y retrocedes dos, el control del descontrol. En el que piensas que ya perdiste todo. El que una mañana de 7 de marzo, te estampa contra la pared, y te recoge del piso, para volver a lanzarte con más fuerza y terminar siendo un amasijo hecho de cuerdas y tendones, sólo un revoltijo de carne con madera.
Pero el vigilante con sus brazos de pulpo va lentamente, cuerda por cuerda, tendón por tendón transformando el amasijo en algo que antes solías ver en el espejo. Ustedes, brazos de pulpo, que son el partido de fútbol, el wok con vegetales, los jabones de verbena, el muro de escalada, los sánduches del picnic, un mail a medianoche, un masaje en los pies y en la cabeza, un letrerito de madera, un cumpleaños atrasado en un restaurante griego, dos peticiones de cariño. Ustedes de la Latinoamérica de estar juntos - juntos, de no tener miedo a mirarnos, a tocarnos, a entrelazarnos.
El deliberado irrespeto del espacio individual, y el atrevido inmiscuimiento en nuestras historias de vida como antidoto perfecto de la soledad.
!Cuánto tienen qué aprender!
Y el arenal dura lo que dura el arenal y la cima está cerca, aunque más lejos de lo que se cree pero la emoción revitaliza esa entrega tan ingrata conmigo misma. El secreto está en concentrarse y en serenarse, y en confiar en los pies. En asegurarte roca firme y en los tres puntos de apoyo: yo, el otro y el vigilante. En la cima estás tú, al que espero. El que empatiza conmigo porque sabe lo que es tener la piel desollada. El que te da ánimos para creer en tí, el que entiende que nadie puede pisar las rocas por tí pero que puede acompañarte en el viaje circular e infinito de los descensos y las coronaciones.
Stavanger, 2.17 am.
domingo, 3 de marzo de 2013
Italian Pizza, Pakistani Chicken Ecuadorian Brownies
Pizza
- 500 gr de harina
- 3 dl de agua
- 1 cucharadita de levadura seca
- un poquito de sal
Pollo
- 500 gr de harina
- 3 dl de agua
- 1 cucharadita de levadura seca
- un poquito de sal
Pollo
- Cocinar el pollo sin agua, sin nada, en fuego lento
- Cuando este casi cocinado pongo: tomates,
cebollas, aji, ajo, gengibre, sal (15 a 20 minutos)
- Dejo que se cocine a fuego lento
- Al final pongo un poco de mantequilla
Ensalada
- Yogurt Natural
- Fréjoles pequeños
- Tomates
- Cebollas
- Pepinillos
Brownies
- 150 gr de chocolate para postres
- 200 gr de mantequilla
- 200 gr de azúcar
- 80 gr de harina
- 4 huevos
- 10 nueces
viernes, 1 de marzo de 2013
Primer día
De rodillas en la parte trasera del bus escolar, aún recuerdo su silueta y su mano ondeando en el aire. Deseándonos los buenos ideas, despidiéndonos. Y mientras se aleja el bus por la 12 de Octubre y Cordero la silueta bondadosa se va desdibujando, pero él sigue ahí, no se mueve hasta que nosotros dejemos de verle para que así lleguemos seguros al colegio en nuestros trajecitos azules con el bolsillo escondido a la altura de las caderas. Papá del Rafa, del Rafa que nos regalaba flores en San Valentín que tanto nos gustaba a las niñas de tercer grado. El escudo del Nacional en mi cumpleaños. Su hermana Alegría, la mía Victoria. Su mamá Sylvia, mi abuela Norma. El flaco Rafa, su cara femeninamente delicada, mi amigo de la infancia. El que estaba enamorado de mí, con el que no hizo falta ni un beso, ni una palabra.
Cuántas coincidencias Rafa, cuántas coincidencias y ahora recién entiendo.
Adriana, Ada, la competidora, la razón para levantarse todos los días. El ejemplo revistado de celos infantiles. Mi ejemplo de excelencia, de la perseverancia. La que como yo, cree que algo tiene que demostrar. Hija del migrante polaco y de la cuna más fina y estilizada de la Real Audiencia. María Pez y Ada, tan parecidas en sus luchas pero en caminos distintos. No hubo ganadora ni perdedora, empates y en la pared un tren con 64 carriles y en los libros marcas de parafinas. El mundo de la literatura. Y hoy quisiera sentarme contigo y que nos conozcamos otra vez. Qué nos pasó? Qué te pasó? Y abrazarte y decirte cuánto te quiero, y cuanta falta me haces cuando estoy fuera de la casa, porque cuando regreso a los orígenes, vuelves a estar tú. Mi mejor amiga ada, mi orgullo.
Aire libre Ada, aire libre!
Cuántas coincidencias Rafa, cuántas coincidencias y ahora recién entiendo.
Adriana, Ada, la competidora, la razón para levantarse todos los días. El ejemplo revistado de celos infantiles. Mi ejemplo de excelencia, de la perseverancia. La que como yo, cree que algo tiene que demostrar. Hija del migrante polaco y de la cuna más fina y estilizada de la Real Audiencia. María Pez y Ada, tan parecidas en sus luchas pero en caminos distintos. No hubo ganadora ni perdedora, empates y en la pared un tren con 64 carriles y en los libros marcas de parafinas. El mundo de la literatura. Y hoy quisiera sentarme contigo y que nos conozcamos otra vez. Qué nos pasó? Qué te pasó? Y abrazarte y decirte cuánto te quiero, y cuanta falta me haces cuando estoy fuera de la casa, porque cuando regreso a los orígenes, vuelves a estar tú. Mi mejor amiga ada, mi orgullo.
Aire libre Ada, aire libre!
jueves, 28 de febrero de 2013
Que la pereza no apague la claridad que el dolor proporciona
El viento golpea con fuerza, indomable. Las pantorillas a punto de separarse de mi cuerpo y el espacio que dejan las pequeñas medias me recuerdan una vez más que el invierno es un asunto de preparación más que de cualquier otra cosa. El pelo suelto, la cabeza escondida entre las solapas del abrigo negro emulando la timidez del cisne.
The beautiful one. Hamburg, autumn day.
Cuatro mujeres, de distinto color, de distinto origen, de distintas edades pero atravesadas por las mismas historias que al amalgamarse con el impoluto orden del caos nos convierten en seres de apariencia distinta, pero al final la mismas sustancias estancadas: dolor, verguenza y miedo.
Exorcismos personales.
Ella patojea, busca amor. El patojea, busca seguridad. O viceversa. Los dos entrando al taxi, el primero en la fila. Las luces se cuelan por la espesa neblina que desde la mañana envuelve a Stavanger. La reacción nace en el impulso y se libera el grito y como efecto dominó embriaga a la otra mujer que también se reconoce en el dolor y gritan juntas: Take care of her, take care!!!!!
Y ellos rien nerviosamente y sigue alimentándose el juego. Ese, el jugado desde el primer día que el hombre fue hombre y la mujer fue mujer. Y aunque ellos están ahí aún no los reconozco o mejor dicho el proceso requiere de más atención, tiempo y paciencia. La gran ausente.
Y por un momento el miedo a desconectarse desaparece y llega la revelación de la claridad, la que el dolor proporciona. La que de alguno modo comenzamos a amar y entendemos el ansiado camino del hombre al despeñadero. Entendemos que no es un absurdo, que no es sólo un tema de autoestima, que está en el centro mismo de la búsqueda. Hermosamente Paradójico y Peligroso.
"Decía que mi accidente fue como una cachetada, que te deja la piel roja y muy sensible después de un golpe. Así, si sales a la calle el viento es mucho más intenso"
Y las certezas aterrizan en la mente revestidas de la palabra aceptación y tiempo. Aceptación y tiempo, Aceptación y tiempo. La niña atravesada en el cuerpo de la mujer. La mujer atravesada en la inocencia de la niña.
Y la leona de pelo rojo duerme y me siento segura y acompañada porque en su sueño protege a sus cachorros desde el manantial infinito del instinto.
The beautiful one. Hamburg, autumn day.
Cuatro mujeres, de distinto color, de distinto origen, de distintas edades pero atravesadas por las mismas historias que al amalgamarse con el impoluto orden del caos nos convierten en seres de apariencia distinta, pero al final la mismas sustancias estancadas: dolor, verguenza y miedo.
Exorcismos personales.
Ella patojea, busca amor. El patojea, busca seguridad. O viceversa. Los dos entrando al taxi, el primero en la fila. Las luces se cuelan por la espesa neblina que desde la mañana envuelve a Stavanger. La reacción nace en el impulso y se libera el grito y como efecto dominó embriaga a la otra mujer que también se reconoce en el dolor y gritan juntas: Take care of her, take care!!!!!
Y ellos rien nerviosamente y sigue alimentándose el juego. Ese, el jugado desde el primer día que el hombre fue hombre y la mujer fue mujer. Y aunque ellos están ahí aún no los reconozco o mejor dicho el proceso requiere de más atención, tiempo y paciencia. La gran ausente.
Y por un momento el miedo a desconectarse desaparece y llega la revelación de la claridad, la que el dolor proporciona. La que de alguno modo comenzamos a amar y entendemos el ansiado camino del hombre al despeñadero. Entendemos que no es un absurdo, que no es sólo un tema de autoestima, que está en el centro mismo de la búsqueda. Hermosamente Paradójico y Peligroso.
"Decía que mi accidente fue como una cachetada, que te deja la piel roja y muy sensible después de un golpe. Así, si sales a la calle el viento es mucho más intenso"
Y las certezas aterrizan en la mente revestidas de la palabra aceptación y tiempo. Aceptación y tiempo, Aceptación y tiempo. La niña atravesada en el cuerpo de la mujer. La mujer atravesada en la inocencia de la niña.
Y la leona de pelo rojo duerme y me siento segura y acompañada porque en su sueño protege a sus cachorros desde el manantial infinito del instinto.
sábado, 23 de febrero de 2013
Si ella muere
"Pueden cerrar el show que es este mundo,
pueden llevárselo, desatornillar las estrellas,
enrollar el cielo y ponerlo en un camión,
pueden apagar el sol que tanto amo,
Sabe por qué lo amo tanto?
Porque la amo cuando la ilumina el sol
Pueden llevar todo,
estas columnas, estos palacios,
la arena, el viento, las ranas,
las sandías maduras, el granizo,
las 7 de la mañana, mayo, junio, julio,
la albahaca, las abejas, el mar, las calabazas"
(R. Benigni)
Hafrsfjord - Stavanger |
jueves, 21 de febrero de 2013
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